sábado, 29 de enero de 2011

CRÓNICA DEL SEXTO PARTIDO DE LIGA CONTRA LOS GLADIADORES DE MÉRIDA.

Las principales, y muy sabias, casas de apuestas internacionales daban garantía de la victoria de Mérida contra Zafra. Yo mismo hubiera marcado “Dos” en la quiniela previa, de haberse dado el caso, incapaz de figurarme un partido como éste, tan alejado de lo previsible que todo apostante sobre seguro llegaría a pasar sin duda una mala tarde. No sólo hicimos frente a los Gladiadores (que quizá esperaban un sparring propicio) sino que estuvimos a su altura durante dos tercios del encuentro, contra pronóstico y en contra de la impresión que resalta del resultado final 6-27. Es innegable que por juego merecimos más o, cuando menos, una derrota más ajustada (el bonus defensivo hubiera sido justo), así lo corrobora la evidencia de que desde el principio su jugador más concluyente fuera Mr.Suerte (factor dañino y fatal si juega en tu contra) abultando el tanteo exageradamente de acuerdo a los méritos respectivos. Nada nos salió a derechas ese día… Bueno la tarde era perfecta para practicar deporte, aunque creo que hasta el sol brillaba a su favor cegándonos en el primer tiempo y esfumándose en la segunda mitad detrás de una neblina irónica.

No pretendo decir que el equipo emeritense no fuera superior en el cómputo global o que no mereciese ganar -desde luego lo felicitamos sin resquemor-, simplemente que además tuvieron mucha suerte. Tres de los cuatro ensayos sobrevinieron de un modo que nos dejó cara de primos y la sensación de estar gafados. De creer en el destino únicamente quedaría renegar del guionista macabro que por seguro se rió de lo lindo al escribir en el libreto del devenir lo que nos deparaba esta jornada. Afortunadamente creo en el libre albedrío y en el extraordinario don de cometer errores (ahí somos infalibles), gracias a lo cual nos considero responsables de nuestros actos: sin las pifias propias nunca hubiera habido lugar a la fortuna del contrario, a pesar del buen partido nuestros deslices propiciaron tres ocasiones, tres monedas al aire siempre con cara para Mérida y con cruce de cara para Zafra. Qué bien que, además del lamento, el albedrío nos de la posibilidad real de analizar lo ocurrido, corregir los traspiés y mejorar. A partir de aquí espero que la buena estrella, llámese “veteranía”, “estar bien plantados en el campo”, “tener acierto”… Empiece a iluminar también nuestras acciones.

Los Gladiadores nos hicieron el honor de presentarse con la plantilla al completo, un lujo. Es admirable cómo ha crecido este club en todas las categorías. Asimismo tuvieron a bien invitarnos a jugar, además del partido oficial, otro de juveniles, pero nos fue imposible. Para evitar suspicacias me gustaría aclarar algo que creí vox populi: por ahora nuestra plantilla al completo suma poco más de un solo equipo de rugby. La mayor parte son chicos juveniles cohesionados por cinco miembros senior/seniles… Y no hay más. Este extremo fue expuesto en la reunión de principio de temporada de la Federación Extremeña contando, allí, con el apoyo y el ánimo de todos los clubes para que siguiéramos compitiendo en la liga. Este sábado, a lo largo del choque oficial senior, alineamos por necesidad al cien por cien de los chicos disponibles con el consecuente sobreesfuerzo dada su juventud y el indefectible agotamiento final. No obstante agradecemos el gesto de Mérida, ojalá pronto estemos compitiendo en ambos campeonatos como ellos y, por supuesto, estamos abiertos a citas amistosas para los juveniles.

Sería el equipo visitante quien abriera el juego poniendo el oval en órbita y lanzándose al ataque ordenadamente. Las fases inaugurales se caracterizaron por la tibieza y cordura de los lances, firmeza sin agresividad, casi rugby de salón en su sentido más positivo, acciones serias y bien dirigidas. Hubo intercambio de melés correctas, de balones adelantados, de patadas precisas con recepciones solventes y mucha presión recíproca. El dominio territorial correspondía al rival dada su mayor corpulencia, si bien sin sobresaltos ni agobios locales. Mérida, tal vez, tanteaba nuestro coraje o el espesor de nuestra piel antes de hincarnos el diente, los Dragones, por nuestra parte, nos movíamos tranquilos y coordinados controlando la situación, conscientes de que ellos ya estaban padeciendo nuestra determinación por conseguir un buen resultado en casa.
No llevaríamos más de diez o quince minutos en aquel edén rugbilístico del “todo es posible” cuando la delantera emeritense gana, de repente, el salto de una Touch en su línea de diez. La acción se trasmite eléctrica a sus tres cuartos y a la par subimos nosotros, resueltos al placaje, pero ¡Ay! La ortodoxia nos traiciona: su primer centro, avispado, nos ve llegar a cuchillo y propina una patada suave como una bola de billar al lateral de nuestra retaguardia. Los de la línea al completo y un flanker nos replegamos en un santiamén hacia la herida que abre aquel balón sin lograr taponar el imprevisible bote ¡qué error! Es entonces cuando la ruleta rusa del melón nos da el primer tiro en la sien saltando directo a las manos, entre cuatro defensores cuatro, de su segundo centro que corre imparable -¡Pies para qué os quiero!- hasta la mismísima cocina local sonriendo maravillado de su potencia y de su potra.
Espoleados por el rubor urticante de semejante tanto Zafra se vino arriba desde el saque de centro. Chimpo, Chavo y Román prenden al receptor emerítense cual rapaces hambrientas aunque son ellos quienes conservan la posesión. Intentan un pick and go que Agustín deshace placando con contundencia, nuevo ruck ganado por ellos y patada a nuestro campo. Jose atrapa el oval perfectamente y, bastante presionado, le da un pase arriesgado a Tomy; éste devuelve la patada y sube exprimiendo la jugada. En la defensa los Gladiadores cometen un golpe de castigo que decidimos tratar de transformar. Está sobre la línea de veintidós y muy escorado a la izquierda, no es fácil. Tomy, tremendamente concentrado, ajusta la pelota al “dónut”, husmea la brisa, desanda a ralentí los pasitos al balón erguido -protocolo de pateador- y ¡Zas! Nos queda patidifusos a propios y extraños convirtiendo el golpe para devolvernos al partido.
A continuación intercambio de escaramuzas con dominio visitante y guerra de guerrillas local. Mérida llega a pisar nuestra zona de cinco metros sin que logre, a pesar de ello, consumar la incursión. Iba a ser a partir de un ruck disputado en el área de diez emeritense cuando una nueva descoordinación nos pondría en evidencia. Paco placa a Raúl, el agrupamiento espontáneo es liderado por nuestros tres cuartos de manera que cuando ellos ganan el oval la línea segedana está atrapada en el ruck. Tal vez su segundo centro intuyera ese espacio abierto o acaso sonó la flauta, es lo mismo, desde el lado cerrado propina un puntapié buenísimo disparando el cuero hacia su derecha para eludir el choque con el paquete de delanteros Dragones, incorporándose aún a la zona de acción, y echa a correr en diagonal hacia el vacío que hemos dejado los tres cuartos. Herrera y Chavo, con mucha desventaja, salen tras el contrario y aunque logran llegar a la par al “in-goal” el rebote del melón ¡Hagan juego señores! vuelve a quedar franco para que el atacante lo roce con claridad suficiente para lograr el segundo ensayo.
Nuevo toque a rebato segedano y nuevo asalto a las posiciones rivales obteniendo al poco otro golpe de castigo sobre la línea de veintidós, esta vez más centrado, que Tomy tiene a bien convertir en tres puntos más para seguir presionando.
El juego crece en intensidad, el empuje de Zafra llega a su máximo. Paquito “Lupín” roba una Touch de Mérida por detrás de la veintidós local lanzando el cuero a los nuestros, Agustín lo recoge del césped y lo transmite al primer centro que pasa a patearlo alto y largo, largo y alto, de veintidós a veintidós rival, para caer en las manos de Joze que, desde una posición correcta, ha subido para propagar el ataque. Corre con fuerza nuestro pequeño estilete de la banda hasta que es arrojado fuera del campo por el zaguero y el ala contrario.
Los Gladiadores dan la réplica a base de una serie de ofensivas cuyo éxito más relevante concluye en campo segedano con un par de melés a cinco metros e introducción para ellos, éstas y otras acometidas sucesivas son neutralizadas sin problemas. Vuelta al campo emeritense gracias a una patada del primer centro de Zafra que, tras subir los tres cuartos a presionar, fuerzan a Raúl, zaguero contrario, a lanzar a banda el oval sin lograr alejar el peligro. Tampoco aprovecharía Zafra esa oportunidad a pesar de ganar la Touch debido a cierta pasividad local en escudar a Pepe que cae una y otra vez impotente.

El primer periodo iba a terminar tras una sucesión de jugadas descortinadas en la zona media del rectángulo de juego, un quiero y no puedo de ambos contendientes que necesitaban el descanso.
En el receso nueva conjura del conjunto local para resistir. Teníamos que dosificarnos y a la vez evitar sus embates con anticipación, que darlo todo pero distribuido, gota a gota, durante los cuarenta minutos restantes.

Nada sobresaliente aconteció durante los compases iniciales de la segunda mitad, los Dragones entraron con gran determinación, sin embargo los Gladiadores iban imponiendo más y más el peso superior de sus delanteros que por entonces eran detenidos con mayor dificultad dado el cansancio de nuestros chicos. Para colmo, el amplísimo banquillo emeritense entró en juego y con cambios acertados imprimieron más ritmo al partido, por contra las fuerzas de Zafra flaqueaban sin más recursos que aquellos que aún perseverábamos en el campo. Otra vez tocaba derrota heroica.
Rondaría el minuto sesenta y Mérida, ya sí, dominaba el encuentro con cierta suficiencia, incluso había aumentado la diferencia en el marcador al transformar un golpe de castigo. Los Dragones, reducidos a defensores, empezamos a desordenarnos y a desconcentrarnos, hecho inhabitual puesto que tanto estamos acostumbrados a sufrir situaciones de ese tipo. Seguramente nos desquició el pertinaz cenizo del día: desde un ruck embarullado detrás de nuestra línea de cinco metros que habíamos ganado muy bien Brian, extenuado, saca el balón y le da una patada agónica y retuerta, el oval zigzaguea entre ellos y nosotros… "En el caos no hay error" ¡otra vez el azar! ¡Otra vez favorecería a un jugador rival! El número cuatro emeritense apostado a la derecha del agrupamiento se encuentra un regalo caído del cielo y se arroja al área de marca… ¡El no va más! Trío de ensayos para los Gladiadores.
Con nada que ganar nos serenamos y continuamos defendiéndonos al límite de la resistencia. Ellos procuraban ampliar su ventaja atacándonos por los flancos con dos alas de refresco mientras que nosotros hipotecábamos nuestras entrañas para evitarlo. La mejor jugada de Mérida esperó hasta estas alturas del encuentro para culminarse. Un ataque de tres cuartos en superioridad numérica que consuma con perfección su ala abierto (natural de Zafra, por cierto).

Enhorabuena a nuestros rivales por la victoria. Felicidades a los Dragones por el sacrificio. Partido encomiable de Pepe que estuvo muy presionado.

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